Acatisia


Definición:

La acatisia es un trastorno neuro-motor, que ha sido categorizada dentro del gran grupo de los síntomas extrapiramidales que se manifiesta como una sensación de inquietud extrema. Las personas que la experimentan a menudo describen una urgencia imperiosa de moverse, acompañada de una incapacidad para permanecer quietos. Este trastorno del movimiento puede ser primario, relacionado con alteraciones neurológicas, o secundario, como efecto adverso inducida por ciertos medicamentos especialmente antipsicóticos.

Su nombre deriva del griego “imposibilidad para sentarse

Tipos de acatisia

Existen varios tipos de acatisia, dependiendo del inicio y la duración de los síntomas: 
  • Acatisia aguda : comienza poco después de tomar antipsicóticos y dura menos de seis meses.
  • Acatisia crónica : comienza poco después de tomar antipsicóticos y dura menos de seis meses.
  • Acatisia tardía : comienza después de un período prolongado (uno a tres meses) de uso de antipsicóticos y puede comenzar después de la interrupción del tratamiento o la reducción de la dosis.
  • Acatisia por abstinencia : comienza dentro de las seis semanas posteriores a cambiar o suspender un medicamento antipsicótico.

Signos y Síntomas:

Los síntomas de la acatisia incluyen:
  • Sentimientos de tormento interior: Experiencias subjetivas de angustia y pánico ó tormento mental, sensación abrumadora que le genera inquietud y la necesidad de moverse constantemente..
  • Incapacidad para permanecer quieto: la ansiedad constante impide que las personas permanezcan en una posición durante mucho tiempo.
  • Movimiento inquieto de las piernas: movimientos repetitivos de las piernas, como golpearlas o balancearse hacia adelante y hacia atrás.
  • Agitación: Aumento de la angustia emocional, acompañada de una sensación interna de malestar e irritabilidad.
  • Tensión muscular: aumento de la rigidez o tensión muscular, lo que contribuye a la inquietud.
  • Ansiedad: Niveles elevados de estrés y falta de paciencia que pueden ser desproporcionados a la situación. que llevan a conducta impulsiva.
  • Movimientos compulsivos: Movimientos involuntarios y repetitivos, como golpear con los dedos o arrastrar los pies y frotamiento de las manos.
    1. Al permanecer sentado, las piernas suelen estar en constante movimiento, cruzándose alternadamente o moviéndose en balanceo adelante y atrás, siendo esto último lo que es más común de observar en niños y adolescentes.
    2. Al estar de pie, existe la tendencia a traspasar el peso de un pie al otro e incluso caminar constantemente por la habitación.
    3. Al caminar cambia de ritmo de forma incesante, a menudo sin un propósito claro.
  • Intolerancia al descanso: dificultad para relajarse o encontrar alivio incluso durante los períodos de descanso.
  • Vocalización de angustia: expresar malestar verbalmente, como suspirar o gemir.
  • Necesidad de cambiar de posición constantemente: Una necesidad persistente de cambiar de posición para aliviar la inquietud.
Por último, el término “pseudo-acatisia” es utilizado por algunos autores en los casos en que hay signos objetivos de acatisia en ausencia del componente subjetivo de “inquietud interna"

Causas:

Las causas de la acatisia pueden dividirse en dos categorías principales:
  • Inducida por medicamentos: la acatisia es frecuentemente un efecto secundario de ciertos medicamentos, en particular de los antipsicóticos de primera generación utilizados para tratar el trastorno bipolar y la esquizofrenia y antieméticos. Estos medicamentos alteran los niveles de dopamina en el cerebro, lo que contribuye al desarrollo de la acatisia.
  • Desequilibrio de los neurotransmisores: alteraciones en la actividad de los neurotransmisores. Afecta principalmente a la dopamina, que desempeña un papel importante en la aparición de la acatisia. Los desequilibrios en la compleja interacción de los neurotransmisores pueden provocar un aumento de la inquietud.
  • Abstinencia de medicamentos: Suspensión abrupta o reducción rápida de la dosis de ciertos medicamentos, como las benzodiazepinas y los antipsicóticos. Estos medicamentos pueden desencadenar acatisia a medida que el cuerpo reacciona al cambio repentino.
  • Factores predisponentes: Los grupos de riesgo incluyen a las personas con sensibilidad a los fármacos. También entre ellos se encuentran los antecedentes familiares de trastornos del movimiento. También se encuentran en este grupo aquellos con antecedentes de acatisia.
  • Interacciones farmacológicas: La combinación de muchos medicamentos, especialmente aquellos que afectan al sistema nervioso central, puede crear un efecto sinérgico, aumentando la probabilidad de acatisia.
  • Trastornos psiquiátricos: la esquizofrenia subyacente o el trastorno bipolar pueden contribuir a la acatisia. La interacción entre el trastorno y la medicación puede aumentar el riesgo.
  • Variabilidad individual: los factores genéticos y las diferencias individuales en el metabolismo de los fármacos son cruciales y pueden influir en la probabilidad y la gravedad de la acatisia.

Diagnóstico:

El diagnóstico de la acatisia se basa principalmente en la evaluación clínica de los síntomas reportados por el paciente, junto con un análisis detallado de su historial médico y medicamentoso. No existe una prueba específica para la acatisia, por lo que el diagnóstico puede ser un proceso de eliminación para descartar otras condiciones.

Para diagnosticar la acatisia, los profesionales de la salud mental y médicos pueden seguir estos pasos:
  1. Evaluación clínica: Se realiza una evaluación detallada de los síntomas, incluyendo la duración, la intensidad y el impacto de la inquietud en la vida diaria del paciente. Es crucial diferenciar la acatisia de otros trastornos que también pueden incluir inquietud, como el síndrome de piernas inquietas o la ansiedad.
  2. Historial médico y de medicación: Se revisa el historial médico y de medicación del paciente para identificar el uso de medicamentos que puedan inducir acatisia, como antipsicóticos, antidepresivos, y algunos medicamentos para el tratamiento de náuseas y vértigo.
  3. Observación: En algunos casos, la observación del comportamiento del paciente puede proporcionar evidencia clara de acatisia, especialmente si muestra una necesidad constante de moverse o una incapacidad para permanecer sentado o quieto.
  4. Descarte de otras condiciones: Es importante descartar otras condiciones médicas o psiquiátricas que puedan causar síntomas similares.
    Su médico le preguntará acerca de sus medicamentos actuales y descartará cualquier otra condición de salud que pueda causar síntomas similares, incluyendo:
    • TDAH
    • Depresión agitada
    • Ansiedad
    • Insomnio
    • Manía
    • Enfermedad de Parkinson
    • Psicosis
    • Síndrome de piernas inquietas
    • Distonía tardía
    • Discinesia tardía (DT)
La acatisia suele diagnosticarse erróneamente. Algunos médicos incluso pueden aumentar la dosis del medicamento, que en realidad puede ser la causa principal del problema y empeorar la enfermedad del paciente.
La gravedad de la acatisia se puede evaluar con la ayuda de la Escala de valoración de la acatisia de Barnes.

Tratamiento: 

El tratamiento de la acatisia puede incluir la reducción de la dosis del medicamento causante, la sustitución por otro medicamento menos propenso a causar acatisia, o el uso de medicamentos adicionales para tratar sus síntomas, como benzodiazepinas o medicamentos beta-bloqueantes. Es importante que el manejo de la acatisia se realice bajo supervisión médica, ya que un ajuste inadecuado de la medicación puede llevar a la exacerbación de los síntomas o al desarrollo de otros efectos secundarios. El tratamiento de la acatisia varía según la causa subyacente:
  1. Cambio de prescripción: los antipsicóticos y los antidepresivos son capaces de inducir la acatisia de forma más lenta que otros tipos de tratamiento. Se puede consultar a los médicos para que prescriban otros fármacos alternativos.
  2. Ajuste de la dosis:  los síntomas de la acatisia se pueden controlar ajustando la dosis del fármaco. Sin embargo, los ajustes de la dosis solo deben ser realizados por el médico. El médico también debe asegurarse de que la reducción de la dosis cumpla con el objetivo previsto. Si la causa de la acatisia se debe a una abstinencia de benzodiazepinas u opioides, lo mejor es aumentar temporalmente la dosis y luego reducirla gradualmente. Esto puede reflejar una mejora significativa en el paciente. Una retirada abrupta de los fármacos neurolépticos puede causar más problemas.
  3. Interrupción de los medicamentos: esto no debe hacerse sin autorización médica. La posibilidad de dejar de tomar medicamentos durante un período determinado debe consultarse con el médico.
  4. Anticolinérgicos: bloquean los neurotransmisores y se utilizan para trastornos digestivos, respiratorios o relacionados con el sueño. Se sabe que ayudan en algunos casos de acatisia. Sin embargo, también tienen algunos efectos secundarios.
  5. Análogos del GABA:  al igual que la gabapentina y la pregabalina, los análogos del GABA se utilizan generalmente para tratar la acatisia idiopática aguda. Esto sucede especialmente en casos en los que la acatisia es causada por la abstinencia de opioides y el paciente ya no puede seguir con ella.
  6. Cambios en la dieta: los síntomas de la acatisia se pueden reducir tomando vitamina B6 (piridoxina). Puedes obtener esta vitamina en la carne y en las verduras ricas en almidón. La vitamina B6 también es beneficiosa para las células nerviosas.
  7. Ajuste de dosis: Si es inducida por medicamentos, ajustar o cambiar la medicación puede aliviar los síntomas.
  8. Medicamentos para la acatisia: En algunos casos, se pueden prescribir medicamentos específicos para tratar los síntomas.
  9. Terapia psicológica: La terapia psicológica juega un papel crucial en el manejo de la acatisia, especialmente cuando esta está acompañada de ansiedad y estrés. La terapia cognitivo-conductual (TCC), por ejemplo, puede ayudar a los pacientes a desarrollar estrategias de afrontamiento para manejar la inquietud y la ansiedad. Además, técnicas de relajación y mindfulness pueden ser efectivas para mejorar el bienestar mental y físico de los afectados.




Puntos claves:
  • La acatisia es un trastorno complejo que requiere una comprensión profunda y un enfoque multidisciplinario para su tratamiento. Aunque los desafíos son significativos, la combinación de ajustes en la medicación, estrategias de manejo de síntomas, y terapia psicológica ofrece una ruta prometedora hacia la mejora. La terapia psicológica, en particular, es esencial para abordar los aspectos emocionales y conductuales de la acatisia, permitiendo a los pacientes recuperar el control sobre su bienestar. Con el apoyo adecuado, es posible gestionar los síntomas de la acatisia y mejorar significativamente la calidad de vida de quienes la padecen.
  • La acatisia continúa siendo un efecto adverso frecuente, secundario al uso de antipsicóticos, tanto de primera como segunda generación. Su detección y tratamiento temprano son esenciales, ya que permite prevenir por un lado la falta de adherencia y abandono de farmacoterapia, con el consiguiente riesgo de exacerbación psicótica; y por otro, también evita complicaciones derivadas de la mala interpretación de síntomas acatísicos (como agitación o ansiedad) lo que termina por aumentar la dosis del antipsicótico o agregar otro fármaco, contribuyendo a la polifarmacia y al  empeoramiento del cuadro
  • La prescripción de antipsicóticos deben realizarse con prudencia y permanecer alerta en el seguimiento de los posibles efectos adversos de dicha tratamiento.
  • Se ha evidenciado la mayor casuística de acatisia en adultos con diagnósticos de esquizofrenia, trastorno bipolar, TEA (trastorno del espectro autista ) y desregulación emocional e impulsiva de diverso origen.
  • En esencia, comprender las diferencias entre la acatisia y la discinesia tardía es vital para una terapia eficaz. Aunque ambas afecciones implican trastornos motores, sus indicaciones, orígenes y tratamientos difieren. La acatisia implica agitación y una necesidad de movilizarse. Mientras tanto, la discinesia tardía se presenta como movimientos faciales y corporales no intencionales.










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